Estudio

La búsqueda de respuestas en The Haunted Mansion

La mansión está empujada a las ensombrecidas afueras de la ciudad pero elevada a una altura desde la que uno no pueda evitar sentirse observado

La búsqueda de respuestas en The Haunted Mansion

Modificado el 2023/04/17

Los directores de cine como Rob Minkoff, Guillermo del Toro o Justin Simien parecen atropellarse al publicar sus respectivos homenajes a la clásica casa del terror en Disneyland llamada "The Haunted Mansion" (1969). Es difícil imaginar una atracción con tan pocos cambios que haya acumulado tantos entusiastas durante tanto tiempo. Walt Disney sabía que a la gente le gusta que les asusten y buscó su inspiración en una de las casas encantadas más famosas de los Estados Unidos de América con una larga tradición de maldiciones, dos salones de baile y un órgano de iglesia que evocan algunas de las escenas más memorables de la atracción de Disneyland.

El espiritismo era una tendencia emergente, propia especialmente de las clases más ilustres, cuando Walt Disney nació en Chicago el 5 de diciembre de 1901. Hay a quien le cuesta creer que dos ganadores del Premio Nobel de Física como Pierre y Marie Curie pudieran celebrar entonces sesiones espiritistas. La guerra había dejado a muchas familias incomunicadas y muchos de los supervivientes alcanzaron la desesperación en su fracasada búsqueda de respuestas en el más acá. Daba bastante igual lo que creyesen a sangre fría, ya que frente a la incertidumbre de qué ha pasado con tus seres queridos todos nos precipitamos a lo absurdo. El propio Abraham Lincoln asistía a las sesiones organizadas por su esposa en la Casa Blanca y no es sorprendente que las casas encantadas fueran un tema recurrente ya en las primeras animaciones de Walt Disney.

Los antecedentes de la más ilustre de las casas del terror

"The Skeleton Dance" (Silly Symphony, 1929) está ambientada en una vieja iglesia rodeada por un cementerio, que ya incluye elementos como el reloj, los animales nocturnos o los descabezados, que seguirán siendo claves cuarenta años después en la atracción "The Haunted Mansion” (1969). El corto "The Haunted House" (Walt Disney, 1929) recuperó poco después la misma idea añadiendo también otros elementos clave como el cerrojo, el órgano o el anfitrión fantasma. Walt Disney sufrió entonces una crisis nerviosa que le obligó a retirarse con su pareja y colaboradora Lillian. Al regresar mejorará las mismas ideas añadiendo grandes llamadores en la puerta principal, sobrecogedores pasillos o escaleras que no llevan a ninguna parte con "The Mad Doctor" (1933) y con "Lonesome Ghosts" (1937), introducirá finalmente los simpáticos bailes de azulados espíritus translúcidos, usando ya lo que conocían entonces como la innovadora técnica del Technicolor.

Walt Disney había encargado a sus ingenieros la creación de la atracción “The Haunted Mansion” antes de la apertura de su primer parque de atracciones en 1955. Lo que pasa es que le llevó catorce años decidirse a resolver una serie de problemas conceptuales que en su opinión no encajaban con las aspiraciones del resto del parque. Decidir la arquitectura del exterior de la casa fue todo lo que pudo hacer en ese tiempo. Cuando finalmente parecía decidido, sobre si la atracción del interior iba a ser graciosa o terrorífica, murió sin dejar instrucciones claras a sus ingenieros. El edificio sin embargo ya estaba construido y eso no hizo sino aumentar las expectativas. Walt Disney había buscado inspiración en la turística mansión Winchester Mystery House en San José, California. Sarah Winchester, viuda del hijo del fundador de la empresa de armas de repetición Winchester, fue su dueña durante muchos años durante los cuales contribuyó de muchas maneras a hacer de ella, hasta el día de hoy, una de las casas encantadas más famosas de los Estados Unidos de América.

Muchos siguen acudiendo a la mansión de Sarah Winchester. Acuden atraídos no sólo por las supuestas manifestaciones de fantasmas en forma de inesperados fragmentos de música, olores y sensaciones sino también por la singular ingeniería de sus arquitectos. La casa incluye por ejemplo escaleras que no llevan a ninguna parte, puertas que al ser abiertas llevan al vacío o ventanas ciegas que dan a otras instancias del interior de la casa. Tiene además unas doscientas habitaciones, dos salones de baile y un órgano de iglesia que evoca escenas memorables de la atracción de Disneyland. La leyenda asegura que allí celebraba bailes para espíritus pero también muchas otras ocurrencias difíciles de acreditar. Adam Coons fue la médium que recomendó a Sarah Winchester edificar esta casa, que según ella debía permanecer siempre inacabada, para calmar así la ira de los espíritus de las víctimas que sufrieron las armas que vendió su familia. Ella celebraba allí sesiones de espiritismo pero también sufría las particulares neurosis propias de una mujer que envejecía y enfermaba en soledad.

El miedo que a todos nos gustaría materializar

Una buena historia tiene que tener el perfecto equilibrio entre tradición e innovación, si es que espera despertar el interés de una gran audiencia. Los ingenieros que contrató Walt Disney reconocían que para que una atracción cause miedo debe utilizar elementos que la audiencia reconozca a primera vista como terroríficos. Harper Goff había esbozado con esa premisa una idea espectacular en 1951. La mansión victoriana estaba detalladamente contextualizada en su propuesta. Lejos del bullicio de la iglesia que figura en primer plano, empujada a las ensombrecidas afueras de la ciudad y de su anexo cementerio, pero al mismo tiempo a una altura lo suficientemente elevada para que uno no pudiese evitar ser observado desde ella. Walt Disney sabía que a la gente le gusta que le asusten pero quería asustarlos sin renunciar a sus propios conceptos de moral y belleza. Walt Disney se resistió durante años a aceptar muchos de esos elementos y finalmente ordenó la construcción de un edificio neoclásico más parecido al de Sarah Winchester.

La propuesta original del primer ingeniero Harper Goff, será retomada con éxito durante la construcción del parque de atracciones en Disneyland París en 1992. Walt Disney por supuesto había muerto ya. El siniestro edificio puede verse ahora claramente al entrar, en la parte más alta del área del salvaje oeste americano. Su sola presencia es ya una seria advertencia. El modelo original de la casa que usó Harper Goff tiene también un cementerio al lado y está todavía en uso junto a las vías del tren en el Route 9W de Haverstraw, New York. El pintor Edward Hopper la había utilizado ya como modelo para pintar "House by the Railroad" (1925) y el director de cine Alfred Hitchcock lo hará también más adelante para su película "Psycho" (1960). La aparición del ferrocarril y sus respectivas estaciones había sido entonces una decisión unilateral del progreso, que había condenado a muchas viviendas a una inesperada pérdida de conexión con la realidad. Edward Hopper, Harper Golf y Alfred Hitchcock sacaron buen provecho de ese sentimiento al elegir esta vivienda como modelo en sus respectivas obras. Amo Gasgan vivió allí cincuenta años cruzándose con las cámaras de curiosos aficionados pero la leyenda dice que fue cuando tenía trece años cuando vio a alguien dibujando lo que luego reconocerá como el cuadro "House by the Railroad" de Edward Hopper.

El origen de las ciudades se estudia habitualmente como un resultado de la búsqueda del intercambio de productos y la reducción de los costes en transporte, pero no siempre vemos que eso encaje con los registros arqueológicos. Los Millares, rodeado ahora de los estudios que se usaron para grabar clásicos del western como “The Good, the Bad and the Ugly" (Sergio Leone, 1968), es considerado el yacimiento de la ciudad más antigua de España y se considera que antes de ser habitada por viviendas funcionó durante doscientos años como cementerio. Sabemos que en otros asentamientos de Oriente Medio de la misma época aquellos primeros ciudadanos enterraban a los familiares justo debajo de sus propias viviendas por lo que podemos fácilmente asumir que muchas personas preferían vivir donde estaban sus antepasados. Sus cadáveres solían estar acompañados de ídolos y en particular por todo el sur de la Península Ibérica los ídolos tenían una singular forma de dos ojos enormes, completamente abiertos, que hoy se identifica con la categoría de “ídolos oculados”. El Museo Arqueológico de Madrid destaca ahora que, al compararlos con otros ídolos, resulta inevitable imaginar que ellos debían tener entonces alguna razón para querer que sus antepasados estuvieran acompañados siempre por “ojos que nunca se cierran”.

Secretos para bailar la música de otro mundo

Walt Disney conoció el cine cuando la música era mucho más relevante en las proyecciones de lo que lo es ahora. Nosotros hemos conocido aquellas primeras películas por su categoría de “silent movies” o “cine mudo” cuando en realidad las proyecciones entonces no se realizaban precisamente en silencio. Solían estar apoyadas sobre un importante acompañamiento musical como le ocurre todavía a un clásico como “Fantasia” (Walt Disney, 1940). El primer cortometraje "The Skeleton Dance" (Silly Symphony, 1929) ya era heredera de ese concepto de musical dramatizado y "The Haunted House" (Walt Disney, 1929) añade a ese mismo concepto apenas unas pocas palabras que parecen llegar de ultratumba. Disney explotaba ya al máximo justo ese momento en el que la industria del cine empieza a descubrir con torpeza los diálogos como una nueva tecnología del cine. Walt Disney había muerto cuando se creó la música para la atracción “The Haunted House” pero los ingenieros que le sobrevivieron usaron como referencia muchos de los elementos clave que ya había utilizado el fundador, incluido un importante protagonismo de la música.

Una discreta melodía te recibe al entrar en los jardines de “Phantom Manor” en Disneyland Paris, rodeados originalmente de cipreses, sauces llorones y árboles secos, pero donde la música llega a su clímax es sin duda en el baile del salón en el interior. Al acceder al salón lo haces acompañado de una incontable cantidad de espíritus semitransparentes, que se precipitan desde otras puertas a gran velocidad y bailan al ritmo de la melodía principal. La música realmente procede de un órgano al otro extremo del salón, muy similar al que Walt Disney conoció en la mansión de Sarah Winchester. El productor musical Buddy Baker encargó esta música al organista Gaylord Carte incluyendo algunas instrucciones de que el resultado debía parecer de otro mundo. Gaylord Carter era hijo de un organista en una iglesia de Alemania y ya como migrante él mismo empezó a tocar el órgano en una iglesia de Wichita, Kansas. Gaylord Carter utilizó como base “Toccata & Fugue in D Minor (BMW 565)”, muy popular entonces en las películas de terror y que procede precisamente de otro músico alemán de órgano de iglesia llamado Johan Sebastian Bach. Como elemento diferenciador y para conseguir el objetivo de hacerla parecer de otro mundo, Gaylord Carter tuvo la genial idea de interpretarla al revés consiguiendo así un resultado ciertamente inmortal.

El productor musical John Cardon Debney forma parte ya de esa segunda generación, formada por hijos de empleados de Walt Disney. Él recibió el encargo de adaptar la música original para que encajara a la perfección con el nuevo “Phantom Manor” en Disneyland Paris y buscó para ello destacar el protagonismo del órgano grabándolo en una iglesia de Londres como el que utilizará luego para la grabación de la banda sonora de “The Passion of Christ” (Mel Gibson, 2004). Grabó también con ayuda de sesenta músicos de London Chamber Orchestra en los estudios Abbey Road donde han grabado no sólo George Martin para The Beatles sino también otros como John Williams para Star Wars.

Cientos de tomas, unas más utilizadas que otras en la atracción, pueden encontrarse fácilmente en Internet. Muchas de ellas evocan algunas de las genialidades que incorporó un entusiasta de la atracción llamado Danny Elfman, más conocido por componer la música a la historia de Tim Burton titulada "The Nightmare before Christmas" (Henry Selick, 1993). El famoso actor Vincent Price, que había grabado ya infinidad de dramatizaciones sobre la obra de Edgar Allan Poe, grabó también su voz para la dramatización del anfitrión fantasma que recibe y despide a los invitados en la atracción de Paris. Vincent Price era por parte de su madre descendiente de un bebé nacido en el Mayflower, considerado desde entonces como el primer peregrino puritano nacido en las colonias de Massachusetts, y perderá su vida con ochenta y dos años, poco después del estreno de esas desquiciadas y sobrecogedoras carcajadas que despiden todavía a los invitados en “Phantom Manor”.

El mejor ilusionismo para gobernarlos a todos

Yale Gracey era nieto de un pastor metodista que sirvió a las tropas de caballería de Abraham Lincoln durante la Guerra Civil de Estados Unidos de América y empezó a trabajar para Walt Disney en la creación de “Pinocchio” (1940) y "The Pastoral Symphony" en “Fantasia” (1940). Walt Disney estuvo al borde de la ruina entonces debido a la Segunda Guerra Mundial pero cuando terminó la crisis miles de ingenieros y especialistas siguieron trabajando para él. Walt Disney de hecho contrataba simultáneamente a dos ingenieros con puntos de vista opuestos y los enfrentaba para obligarlos a sacar lo mejor de sí mismos. La mayor parte de las veces sus ideas no llegaban a materializarse, que es justo lo que más sufría Tim Burton. Tim Burton ahora es un muy célebre director de cine pero en 1980 desarrollaba desde las sombras terroríficas ideas para Walt Disney que no llegaron nunca a materializarse. Walt Disney le despidió finalmente acusándolo de utilizar recursos de la empresa para su propio beneficio pero para entonces ya tenía un nombre gracias a tres maravillosos cortometrajes como “Vincent Price” (1982), “Hansel and Gretel” (1983) y “Frankenweenie” (1984) con los que había contado incluso con la voz de Vincent Price.

Yale Gracey se destaca como el responsable principal de los efectos especiales de todo interior de ambas atracciones “The Haunted Mansion” y “Phantom Manor” hasta el punto de que otros ingenieros como Daniel Joseph se consideran todavía hoy como sus fans y decoran sus despachos con fotos de él trabajando. Muchos de ellos aprovecharon para buscar la inmortalidad entonces ejerciendo como modelos en el diseño de cada uno de los monstruos. Yale Gracey compuso ochenta y nueve efectos especiales diferentes sólo para “The Haunted Mansion”, no sólo porque estaba técnicamente capacitado para ello sino también porque claramente disfrutaba haciendo ese trabajo. Durante el desarrollo de sus pruebas programó cierto mecanismo para que se activasen automáticamente unos efectos especiales y sorprendiesen así a los empleados de la limpieza una vez estuviese él lejos de la oficina. Los empleados se asustaron tanto, según el libro “Phantom Manor Decrypted” (Insidears, 2022), que no volvieron nunca más a trabajar allí. Yale Gracey se había quedado dormido con su esposa en el lujoso club privado Bel Air Bay Club la noche del 5 de septiembre de 1985 cuando alguien le quitó la vida con un disparo y se dio a la fuga para no ser identificado jamás.

Walt Disney creció bajo la sombra de su padre Elias Charles Disney. Elias era trabajador, socialista y calvinista llegado como migrante desde Irlanda. Disfrutaba tocando el violín y recibiendo visitas muchas de las cuales fueron del pastor congregacionalista Walter Parr. El predicador le prestó el púlpito en muchas ocasiones y es en honor a esa relación que adquirió el nombre propio “Walter” su hijo, el ahora archiconocido Walter Elias Disney alias Walt Disney. Walter le recordará siempre como una persona distante y dura que recuerda a veces la figura del mago en “Fantasia” (1940) pero le dedicó a su padre un homenaje en la atracción “Main Street USA”, donde el progenitor figura con su último cargo, el de un respetable contratista. Walt Disney desarrolló su propia idea sobre la necesidad de una religión y una oración que pudiera integrar a todas las creencias posibles que ciertamente debió distanciarle de su padre. Su discurso era tan políticamente correcto, y coincidía con tanto detalle con el que le atribuyen sus propias herederas, que resulta poco creible. Las creencias reales suelen tener un mucho más alto grado de conflicto no sólo con nuestros contemporáneos sino también, o quizás especialmente, con nosotros mismos. Pero no necesitamos conocer realmente las creencias de alguien para conocer lo que hizo ¿verdad?

La fe del materialismo contra el materialismo de la fe

Los creyentes suelen tener una relación complicada con la materia. El estudio de la materia al fin y al cabo no explica el por qué o el para qué de su existencia ¿verdad? ¿A quién le pediremos explicaciones si la física guarda silencio en esas áreas tan importantes? La Biblia empieza dibujando un entorno donde tampoco hay mucho espacio para lo etéreo, lo metafísico o lo espiritual. El Libro del Génesis empieza directamente describiendo a un Dios que crea un mundo rodeado de placeres y le pide a los seres humanos poco más que se reproduzcan hasta llenar la Tierra. ¿Por qué no pide que construyan un templo o traigan ofrendas como si hacen el resto de los relatos de la creación que se conservan de Sumeria? ¿no podría Dios al menos haber pedido algún tipo de rito de genuflexión? ¿una oración aunque sea… monosílaba? La Biblia está sorprendentemente interesada en lo físico pero lo físico tiene todavía una enorme dimensión que es desconocida por nosotros. La resurrección de los muertos según la descripción de los primeros predicadores cristianos es una resurrección en la carne, ¡la vuelta a la vida de un cuerpo físico!

Llama la atención que Dios no envía escalofríos o reflejos cuando el profeta Eliseo pide un conocimiento extraordinario para su criado, sino que le abre los ojos para que vea "que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego". El valle de huesos secos del profeta Ezequiel no se llena de reflejos blanquecinos, azulados o verdosos sino de tendones, músculos y piel ante las claras instrucciones de aquel mismo Dios que en otra época les había dado vida en el vientre de sus madres. ¿No es eso acaso lo mismo que ocurre cuando resucitó Jesús? ¿cuando sus propios discípulos pueden cenar con él y meter el dedo en su costado? Si algo tiene claro el estudio de la física a día de hoy es que la realidad que se extiende más allá de lo conocido nos aguarda enormes sorpresas. “No se turbe vuestro corazón”, les decía Jesús a sus discípulos antes de separarse de ellos. “Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino”.

¿Conocer el camino? ¿otra vez la divina dictadura de la materia? ¿no están los caminos claramente identificados en la superficie? El conflicto con la física de sus discípulos entonces no era menor que el que tenemos nosotros. El mismo texto del apóstol Juan continúa diciendo: “Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.”


Estudio escrito en Barcelona por el .


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